jueves, 1 de diciembre de 2016

Acabando con los tópicos sobre el BDSM

¿Qué visión tienes del BDSM? Algunas veces, desde mi secreta identidad vainilla, indago en las creencias que la gente tiene sobre nuestras prácticas y no puedo sino asombrarme ante el desconocimiento que, aún a día de hoy, tiene la sociedad sobre el tema, sobre nosotros y nuestra peculiar manera de sentir el sexo y el amor; así que he decidido acabar con los mitos que estoy harta de escuchar para intentar derribar los prejuicios que recaen sobre nosotros. Paso a enumerar algunos de ellos, porque intentar acabar con todos sería una tarea poco menos que imposible:

1. La gente que practica BDSM padece una psicopatía o ha sufrido algún trauma importante en su vida
Al igual que pasó en su día con la homosexualidad, el BDSM ha sido catalogado durante mucho tiempo como enfermedad mental y ha sido incluido en el famoso DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders en inglés o Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) con el calificativo de parafilia, hasta su última edición, el DSM V, donde se rectificó para aclarar que el sadismo, el masoquismo y demás supuestos trastornos que engloban al sexo alternativo en general y al BDSM en particular, solo se consideran patológicos si estos se desarrollan fuera del consenso. Es decir, no es lo mismo que un Ama sádica sexual disfrute del placer de su sumiso que una sádica patológica se ensañe haciendo daño intencionado a una persona retenida y maltratada contra su voluntad que claramente está sufriendo por la tortura. No es lo mismo que la persona dominante someta a la persona que entrega por propia decisión la voluntad a su Ama a que una persona maltratadora erosione la autoestima de su víctima hasta moldearla a su antojo aprovechando los puntos débiles y atacando hasta destruir su personalidad.


2. El BDSM es para quien le guste sufrir
Sufrir precisamente no es lo que hace un practicante de cualquiera de las disciplinas que engloba el BDSM. La persona sumisa es feliz y se siente orgullosa y protegida por la persona dominante, experimenta el placer de servir a su dueña o dueño y esta o este se desvive por proporcionar placer a quien le sirve. Una mujer sumisa en manos de un buen Amo, acabará la sesión tras una multitud de orgasmos producidos de las maneras más inimaginables en manos de un experto, al igual que un hombre sumiso será capaz de salir de la sesión eufórico, pletórico, y eso contando con que, en la mayoría de las ocasiones, no llegará a penetrar a su Ama.

3. El BDSM es una forma fácil de conseguir sexo
Muchos hombres entran a diario a plataformas o chats de gente que practica BDSM con la absurda esperanza de conseguir una cita y tener un encuentro de sexo esporádico. Mal vamos por ahí, porque, a no ser que alguna pobre novata recién iniciada caiga en la trampa, ni Ama ni sumisa se prestará al juego.
La sumisa busca a un Amo auténtico que la trate con respeto en la vida y como una auténtica puta en la cama; no obstante, para llegar a la cama, antes debe conquistarla, y no es tarea fácil. Ninguna mujer que se precie, por muy sumisa que sea, entrega su voluntad al primer idiota que la saluda por un chat.
Si, por el contrario, el hombre que busca sexo fácil decide entablar conversación con un Ama, es muy posible, de hecho es bastante frecuente, que esta lo ignore y ni siquiera responda a su mensaje. Si el buscador de sexo fácil en cuestión ha tenido la gran suerte de que esta le conteste ( y no le pida dinero por su tiempo, cosa muy normal porque entre nosotras también merodean las dominatrices de pago), deberá pasar muy duras pruebas antes de poder siquiera verla por la cam (y cuando me refiero a duras pruebas no me refiero a un simple interrogatorio, sino a un periodo más o menos largo que puede durar días, semanas o incluso meses). Si lo que se pretende es llevarla a la cama para tener sexo con ella, ni por asomo puede contar con que se deje penetrar. Ese es un premio demasiado alto al que muy pocos tienen derecho.

4. Las personas que practican BDSM son promiscuas
Como en el sexo vainilla, las personas pueden ser promiscuas o monógamas, no por el simple hecho de practicar un sexo alternativo tienes por fuerza que ser una persona que se tire a todo lo que se mueva. El BDSM lo único que hace es no ser falso y no avergonzarse del poliamor, que no es sinónimo de promiscuidad. Es relativamente frecuente que un Ama tenga más de un sumiso, pero no tiene que cambiar de sumiso como se cambia de ropa, sino que puede, perfectamente, tener una relación estable con dos hombres. También puede darse el caso de que ambos practicantes sean monógamos, incluso que estén casados y mantengan su secreto entre las paredes que delimitan su lecho conyugal.

5. El BDSM es una práctica para la gente a la que le gusta el sadomasoquismo
Pues no, tampoco es verdad. El sadomasoquismo solo es una disciplina más. Decir eso sería como afirmar que todos los médicos son cirujanos. Hay muchos practicantes de BDSM a quienes les divierten más los juegos psicológicos de humillación, control, obediencia, y hay más gente de la que se piensa a la que no le gusta demasiado el dolor extremo. Una cosa son unos azotitos en un momento de pasión, un fustazo en algún sitio estratégico cuando la excitación mata la sensación dolorosa y otra cosa es disfrutar de las sensaciones que provoca el dolor real, cómo el cuerpo va segregando hormonas para aplacar el sufrimiento hasta transportar la mente a ese mundo paralelo conocido como subspace. No todo el mundo es capaz de castigar hasta ese extremo sin dañar y no todo el mundo es capaz de soportar el castigo, pero sí que es verdad que quien se atreve a llegar a ese nivel, tanto en el papel dominante como sumiso, debe experimentar un placer sublime.

6. Las Amas son feministas radicales que odian a los hombres y aprovechan su rol para resarcirse
No digo que no haya alguna así, pero, desde luego, no es la tónica general. Nadie dedica gran parte de su tiempo a una persona por la que siente desprecio. Las Amas no solo nos dedicamos a castigar, sino que nos volcamos en proteger a esos hombres que nos entregan su confianza y su voluntad sin reservas, porque sin esa protección y esos pequeños premios, la fuente de su confianza se agotaría y nosotras perderíamos nuestro poder frente a ellos. ¿Cómo odiar a alguien que te venera como si en el mundo no existiera nada ni nadie más importante que tú? Un Ama nunca debe olvidar que es el sumiso quien la convierte en Diosa. Sin ellos no seríamos más que mujeres vulgares y corrientes.

Podría seguir y seguir hasta el infinito. ¿Tienes más sugerencias? No te cortes y comenta, sugiere nuevas dudas que yo estaré encantada de resolverlas, o de intentarlo al menos, porque aunque diosa, antes está ser humilde y reconocer que nadie tiene la verdad absoluta, pero ten por seguro que pondré todo mi empeño en resolver lo que me propongas y responder sin pelos en la lengua.
¿Qué? ¿Te atreves con el BDSM? ¿Te animas a tirar de las riendas o a dejarte llevar? ¡Vamos! ¿Quién dijo miedo?

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